Good Morning Dubai
No se puede vivir solo de obras maestras.
Ya he dicho algunas veces que a mí en un juego no me importa necesariamente la jugabilidad, si no la "experiencia", entendida como el conjunto de sensaciones/emociones/reflexiones que el juego puede producir en mí. En ese sentido, no considero a los juegos de manera diferente a las películas, los libros o cualquier otra forma de expresión cultural.
Aprecio la corrección formal (el impacto visual en el caso del cine, o la interacción de sistemas jugables en un videojuego), pero no la considero más que una de las muchas formas de ofrecer al espectador/jugador/lector una experiencia satisfactoria en múltiples niveles. La jugabilidad o imaginación visual aisladas (o sin cumplir una función específica en ese todo) no me dicen nada.
Por supuesto, cuando el juego lo tiene todo, es una obra maestra, pero pueden existir productos con problemas que aún así resultan más que dignos.
Aprecio la corrección formal (el impacto visual en el caso del cine, o la interacción de sistemas jugables en un videojuego), pero no la considero más que una de las muchas formas de ofrecer al espectador/jugador/lector una experiencia satisfactoria en múltiples niveles. La jugabilidad o imaginación visual aisladas (o sin cumplir una función específica en ese todo) no me dicen nada.
Por supuesto, cuando el juego lo tiene todo, es una obra maestra, pero pueden existir productos con problemas que aún así resultan más que dignos.
Esto viene a cuento porque hoy voy a escribir sobre un juego con una jugabilidad mediocre (en la media, que no destaca, pero competente) e increíblemente efectivo.